lunes, 9 de agosto de 2010

Ágape y el arte de compartir por Dalmiro Manuel Bustos


De las propuestas Morenianas, la más difundida es el Psicodrama. El cual muchas veces aparece desprendido de la obra integral de J.L.Moreno. La fascinante propuesta de acción se difundió y reprodujo en otras formas dinámicas tales como el teatro de la espontaneidad, rol playing, la sociometria y el sociodrama, (dentro de la obra moreniana) y varias otras técnicas de acción, reconozcan o no la paternidad de su creador.


Quitarle importancia a este aspecto seria desconocer la utilidad de lo que significa esta “metodología que se propone profundizar en el alma humana a través de la acción” tal como la define moreno.

Sin embargo existe el peligro de desconocer la importancia de sus otras propuestas, las cuales otorgan un significado profundo a su obra.

La mas ignorada es la que Moreno denomina compartir o sharing. Así nombra Moreno a la tercer etapa de la sesión de psicodrama. En los comienzos de las traducciones de sus escritos al español, se nombra a la tercer etapa,- la que sigue al caldeamiento y dramatización - como comentarios o análisis.

Tal vez el predominio del psicoanálisis en la cultura psicoterapéutica del siglo xx, haya hecho que se demorara mucho tiempo en comprender que moreno estaba muy lejos de pretender analizar a la persona que se había propuesto como protagonista. Según sus dichos, esto sería como exponer a alguien que ha abierto su intimidad a una mirada escrutadora transformándolo en un objeto. Por el contrario propone universalizar la experiencia vivida, sacar de la soledad de la auto referencia experiencias complejas, muchas veces internamente censuradas.

Pero hay algo más. Nuestros tiempos están signados por la fugacidad de relaciones, sentimientos y proyectos. El deseo sexual es explotado a favor de los mercados que lucran alentando lo fugaz. Si hay fugacidad se aumenta el mercado. Se consume y hay que reponer lo perdido. La promesa de la felicidad en forma de productos a ser adquiridos a valores respetables. ¿Quién no querría ser feliz para siempre por algunas cuotas fijas? Dorian Grey pone ahora su verdad en su interior en cuanto mejora su imagen con innumeras cirugías. La imagen es más importante que la concretud del inexorable paso del tiempo. Lo peor es la explotación de los niños y los adolescentes, fáciles presas de los representantes de Eros.



Eros



Todo el siglo 20 y lo que va del 21 está dominado por Eros. El placer dejó su lugar de cualidad de vida que incluye la lucha por valores comunitarios, sustituyéndolos por un individualismo mercantilista. Recuerdo mi sensación extraña cuando en una reunión diagnóstica en el hospital donde me formaba como psiquiatra en usa allá por los finales de la década de 1950, propuse un trabajo que incluía a varios de nosotros, con el fin de mejorar la atención en el hospital. La respuesta inmediata de uno de ellos me marcó fuertemente: ¿“y yo que gano con esto? Me quedé atónito. ¿Como? Era nuestro trabajo. Éramos médicos. Recién llegaba a los estados unidos a estudiar psiquiatría y tenia 22 años. Me sentí tonto e ingenuo ya que la respuesta fue refrendada por la mayoría. Solo algunos residentes, también latinos, me miraron con una mirada cómplice. No proveníamos del mundo mágico del desarrollo preservado aún de la posterior globalización. Después se nos llamó emergentes. Gracias al mágico y ciertamente maravilloso aporte de la cibernética estas conquistas estuvieron al alcance de la mano (o por lo menos de la vista).¿ a que emergemos? A las ropas de marca, a los triunfos en deportes, a perfumes que nos acercan a los astros siempre glamorosos. El yo asesina al nosotros. No olvidemos que cupido tiene en sus manos un arco y una flecha. Es el hijo sin padre de una diosa sin madre. Nace de la orfandad, es decir de la carencia y el desamparo, es alejado para que no muera. Y permanece eternamente como un adolescente. No hay saciedad, lo más importante es que no envejece. Peter Pan y Mickael Jackson son dos de sus representantes. Y la droga en forma de alcohol tabaco cocaína etc refuerza este sin sentido brutal. Conviene también recordar que según la mitología, Eros tiene como hermanos a Fobos – el miedo- Deimos –símbolo de los aspectos demoníacos, a la pobre armonía, una de las únicas diosas sin historia olímpica y a Anteros el amor no correspondido. Los dos muchachos Fobos y Deimos, serán los ayudantes del padre, el dios de la guerra: Ares.

Eros se casa con Psiqué, el alma, fingiendo (¿) ser un monstruo. Ayudado por Afrodita, la tortura y la somete a mil sufrimientos, con la promesa de eternidad.

Si observamos atentamente a nuestra comunidad, se encuentra dominada por lo fugaz. Carreras rápidas, amores fugaces, fast food, fast todo. La impaciencia por llegar a las metas hace olvidar que tan importante como las metas son los caminos, ya que es en ese tramo que se aprende el ejercicio de lo conseguido. Y Eros –hijo de Ares- será el encargado de fabricar deseos y necesidades perentorios, no solo en el amor, sino también en venta de los mágicos productos que traerán el deseo y el amor hacia si. Sin olvidar el más trágico producto de todos: la guerra. Se explota el humano deseo de trascendencia, de luchar por una causa humanamente válida, de ir mas allá del beneficio personal, para encubrir negocios de ventas de armas. Y se aprovecha los ideales de jóvenes y adolescentes para mandarlos a la muerte por causas que en general no son más que negocios criminales. Otros parientes de Eros y hermanos es la industria farmacéutica que sin duda es, junto a la venta de armas, de las más lucrativas de la actualidad. Claro esta que no me refiero a la búsqueda de remedios y procedimientos cuyo objetivo sea el alivio del sufrimiento humano. Pero es tan sabido que hasta aparecen en filmes comerciales, que muchos miembros de esta cofradía, fabrican enfermedades para después “curarlas”.



Ágape



La palabra ágape proviene del helénico para decir amor en sentido amplio. Philia es algo referido a la amistad al cariño por el otro. Ágape nació como una reunión de camaradas, en la que se comia y bebía. En la era cristiana significó el amor a dios, al otro como a si mismo. Amor al que necesita.

En la epístola a los Corinthios, San Pablo –citado por el profesor Leandro Pinkler en clases privadas- dice que el amor no es egoísta, no es celoso, todo lo contrario de Eros, que es egoista y celoso porque es motivado. ¿que quiere decir esto? Que es motivado por deseo de retribución. Citando nuevamente a pinkler dice que eros, como puro instinto, termina en algo egoico, en tanto que agape afirma al otro, lo integra. La inclusión del otro es fundamental para la comprensión del concepto.

Freud en el malestar de la cultura dice: “es muy lindo esto del amor al otro, pero díganme como se hace”. En este tema podemos revisar conceptos de los griegos, de las escrituras etc, lo cual es muy interesante. Pero mi propósito es volver a la comprensión del compartir moreniano.

Eros y agape, como símbolos de la disociación entre egoismo y altruismo, aparecen como resultado del maniqueismo cultural. La noción de los opuestos como ordenador de las formulaciones en general. Permiten simplicar el intrincado calidoscopio que surge de la coexistencia de ambos sentimientos. Si pensáramos en un utópico devenir natural del yo, la necesidad perentoria dada por la total desvalidez con la que nace el ser humano y que debe ser suplida por alguien, es seguida por el amor del deseo, motivado, que nos conduce al ágape. En un principio, el la matriz total e indiferenciada-como acabo de decir- solo hay necesidad, sin consciencia de la misma. El otro es totalmente necesario para la subsistencia. (cluster uno en lo que formulo como la teoria de clusters). Como secuencia del desarrollo la autonomia (cluster dos) adviene en forma de deseo perentorio. Quiero para mi y lo voy a lograr por mi mismo. Del equilibrio entre dependencia y autonomía va a depender el desarrollo del tercer cluster.

Este estadio será el que domine en la vida adulta. Apunta a competir, rivalizar e, idealmente compartir. Es decir que son etapas sucesivas, todas influidas en forma sustancial por la cultura. Sabemos que el competir, querer ser el mejor, ganar a otros, es un determinante de nuestros tiempos. Gravemente sincronizado con el rivalizar, es decir hacer que el opositor pierda. El yo asesina al nosotros y esta es una fuerte barrera para el amor. Si los otros dos, depender y bastarse por si mismo, progresaran hacia el compartir, otro sería el panorama.

En las palabras del padre (pagina 71 de la edición en español) Moreno lo formula así:

amor del hombre por la mujer,

amor por mi mas remota creación,

por todos los que sufren y esclavizan

por todos los que ríen y gozan,

por cada cosa que florece

por todos los que desean mi abrazo.

El “para mi” no se opone al “para el otro”. Lo incluye.

De nuevo cito a moreno, del mismo libro pag. 71

una esencia suprema y misteriosa

que llamé amor

amor del padre por el hijo

amor de la madre por el niño,

amor por todo.



Compartir (sharing según la palabra inglesa) es el desideratum de una cultura civilizada. Y ocurre que el predominio excluyente de Eros nos aparta de algo que no lo excluye, lo supera. ¿Como se hace? Pregunta freud. Cuando hice mi primera dramatización en mi formación con J.L. y Zerka Moreno, que ella dirigió, me enfrento con la época de la dictadura y mi rol en esa situación. Fue algo muy difícil. Terminada la dramatización yo esperaba que vinieran interpretaciones, lo cual era lo que aprendí durante mi formación psicoanalítica. Sin embargo ella me tomó la mano y me contó un momento muy íntimo y personal, en el que ella sintió algo similar. Primero pensé que se trataba de un acting. Pero se que se abrió en mi otro canal de comunicación con el mundo. La semilla implantada rinde frutos hasta hoy. Significó revisar todos los conceptos aprendidos. En muchísimos casos las interpretaciones van impregnadas de juicios de valor. Hablar del otro significa una posición de poder, jerarquizando a uno de los términos de la relación. Claro que no ocurre si la relación está matrizada en el compartir, la interpretación valida al otro, no lo invalida. Sabemos que la comprensión de un conflicto se basa en la solidez de la relación terapéutica, más que en su contenido. Aún en una dramatización es el propio paciente el que va construyendo la resignificación de los contenidos. Nadie escucha lo que se dijo sino que integra la transformación que sucede entre lo emitido y lo incorporado.

Al compartir estamos extendiendo nuestra experiencia, dejando que el otro lo agregue a las suyas. La transformación posible se opera desde ese lugar. Y desde allí la posible interpretación se produce ampliando esta base.

Hay que diferenciar el compartir con el competir. En ocasiones pueden confundirse. Si al relato el otro responde con un hecho similar que se contrapone al primero, esta compitiendo. Todos hemos experimentado el desagradable abandono que se siente si digo, me duele la cabeza y el otro se extiende hablando de sus propios dolores. Nuestro propio dolor se sumerge en el del otro. Es un discurso en paralelo y/o opuesto. Se restan. Y se encuentran dos soledades. En cambio si el interés despertado por mi dolor es escuchado y valorizado, seguido del compartir experiencias comprensivamente, las dos experiencias se potencian. Si valorizamos nuestra respuesta afectiva, es claro que nos damos perfecta cuenta cuando se trata de uno y otro caso.

En el contexto terapéutico hay que tomar muy en cuenta la relación telico-transferencial. Si se nos proyecta una figura de autoridad omnipotente o autoritaria, verbalizar dichas experiencias pueden abonar la proyección, cristalizando el descarte de sus propias vivencias. Se puede inscribir como recetas de cómo vivir.

Para poder transitar por estas diferenciaciones es necesaria la comprensión del concepto de adecuación. Sabemos que la espontaneidad se filtra a través de la condición de adecuación. De lo contrario es un simple espontaneismo. La adecuación contiene las reglas del juego sociales y personales junto a los valores éticos.



Agape y nuestra comunidad



Al observar nuestro cotidiano podemos comprobar que la capacidad de entrega a este tipo de amor denominado ágape, se ha ido perdiendo. Ignorando el inefable sentido de vida que se produce cuando nos permitimos esta entrega. Las religiones la propugnan. Infelizmente las instituciones que las alojan la niegan y corrompen. Tal vez sea porque todo aquello que es idealizado, el ágape sin eros, esta condenado a fracasar. El celibato impuesto a los sacerdotes católicos, como renuncia implícita al eros lleva consigo una desistencia que pocos pueden cumplir sin mutilarse. Lo cual es transformado como una forma de santidad. Misericordia quiere decir amor al que carece.¿ para acceder a ella hay que renunciar a eros?

Muchas veces en mi práctica como psicodramatista, que ya lleva ya leva más de un cuarto de siglo, se ha planteado el enigma: es válido el amor terapéutico, en la medida en que hay un pago, es decir, no es puramente inmotivado. Un profesional cobra por su trabajo. ¿Este hecho desmerece la pureza del amor de la relación? He escuchado muchas veces: “se que puedo contar con tu apoyo, pero lo haces porque te pago”? Nuevamente la dicotomía de entre eros y ágape. Esta pregunta me la he hecho yo mismo muchas veces, al punto de sentirme mercenario. ¿Es así? Sobre todo en momentos de profundos sufrimientos de un paciente, me he preguntado si el trabajo que incluye una profunda entrega, debería ser retribuido económicamente. Comprendí que lo que yo cobraba era el tiempo que valoraba de acuerdo a mis propias necesidades, tomando en cuenta los méritos, estudios y dedicación invertidos en mi camino hacia donde me encuentro. Y esto es ciertamente del dominio de eros. Mi retribución. Pero lo que hace que una relación sea transformadora, es ágape, es el amor, la pasión, la entrega. Sin estos elementos una terapia es tan solo un espacio de contención afectiva. Nada más allá. Esta se aplica también a la educación. Un profesor informador, que tan solo se limita a reproducir conocimientos, traiciona el centro vital de su trabajo. Si no mira profundamente a su alumno, tan solo emitirá sonidos que el obediente alumno acumulará por falta de acciones y palabras que le permitan transformarse y crecer.

Agape forma parte de una utopía. Pero ¿habría proyectos sin una previa utopía? Muchas de las utopías formuladas por moreno forman parte de nuestro presente concreto. Los sociodramas en las calles y plazas, contienen ese mensaje de compartir conocimientos dando voz al silencioso. No es en los grandes acontecimientos que vamos a encontrar la respuesta. Como la mayor parte de las veces, las grandes transformaciones se inician en lo cotidiano. El sharing se da en nuestro quehacer diario. Si la aceptación de la diversidad se esta dando en forma progresiva, el afán competitivo ocupa todos los titulares. Se da en un simple intercambio que adquiere formato de oposición. Se inicia generalmente en un simple: no estoy de acuerdo. Que por su vez genera una cadena de luchas por el también utópico “quien tiene razón” ¿qué razón? La sensación de vacuidad predomina, cada uno permanece en su posición, sin enriquecerse con la diversidad. Esté o no de acuerdo. ¿es tan importante estar de acuerdo? ¿a que lleva?

Si transitáramos por el compartir, agape, podríamos sumar miradas, valorar lo diferente. Si esto que puede comenzar en la comunicación diaria, lo extendiéramos a un contexto mas amplio, nos encontraríamos con un mundo que acepta, valora y se enriquece con lo que otro puede ofrecernos en vez de empobrecernos en un narcisista encierro sobre uno mismo. Este fue un sueño de Moreno que comparto plenamente.

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